miércoles, 29 de julio de 2015

Yo he venido aquí a hablar de mi libro (III). Con aliento renovado



El mes de julio está siendo tiempo de descanso antes de comenzar la relectura del libro, que tendrá lugar entrado el mes de agosto y que abrirá el período de edición propiamente dicho. Será entonces cuando toque darle unas vueltas más a la estructura y los capítulos, revisar, actualizar, quizás añadir, suprimir o recortar…y decidir el título final.

Creo que un texto requiere un reposo posterior a su primera redacción que permita leerlo nuevamente con cierta distancia, sobre todo si uno ya no va a poder modificarlo cuando llegue el momento de darlo por definitivo y listo para su publicación. De un concierto le quedan al espectador impresiones y una percepción global, pero en un libro, como en un disco, un cuadro o una escultura, los defectos quedan expuestos sin compasión. Nada mejor para tomar esa necesaria distancia y refrescar las ideas que cambiar de ambiente, escapar de lo cotidiano y olvidar de alguna forma lo escrito para volver después sobre ello con aliento renovado. El bello y bravo Cantábrico es perfecto para desconectar de la rutina, así que allí nos fuimos, a la preciosa Playa de Isla, en el municipio de Arnuero, en busca de los aires de la Cantabria de la que nos habló Gerardo Diego, el ilustre santanderino:


(…) Es el viento que encrespa sus bisontes,
que en bravo alarde de torsión y ultraje
lomos restalla de olas y de montes.
El viento que me empapa de paisaje.
Sur, viento sur, enrólame en tu viaje
y ráptame en tus brazos de horizontes (...)


Estoy convencido de que las incertidumbres ante la edición de un libro no serán mayores que las que experimenté durante la grabación de Mistúra. Se amontonarán las dudas y las decisiones se dilatarán, pero me siento confiado porque, como entonces, cuento con el apoyo de grandes profesionales (y entusiastas, cualidad a revalorizar) que me ayudarán a llevar a buen puerto este proyecto. Cuando grabé mi disco tuve la suerte de trabajar con un técnico de sonido magnífico y, sobre todo, abierto a sugerencias. Pasamos juntos muchas horas escogiendo tomas, reflexionando sobre aspectos como la reverberación adecuada (la mínima, en realidad, con el propósito de no perder más naturalidad de la indispensable cuando se registra una interpretación), etc.  Recuerdo bien (¡cómo olvidarlo!) mis sensaciones tras la primera sesión de grabación. Volví a casa con varias (bastantes) tomas de una de las evocaciones de Antón García Abril, la segunda (de inspiración lorquiana). Las escuché para elegir, anotar, reservar y pasar a grabar la siguiente evocación... y me resultó imposible decidirme por ninguna de ellas, tan terribles me parecían todas. Ni el fraseo, ni el sonido, ni el concepto interpretativo me parecían acertados y me vi obligado a llamar al estudio y volver a grabar por completo la pieza. Lo curioso de todo esto es que en la edición final, la grabación definitiva salió...de aquella primera sesión. El tiempo me permitió encontrar lo que entonces fui incapaz de reconocer. Por eso digo que es beneficiosa la distancia y por eso me parece adecuado dejar reposar, como entonces la música, ahora un texto que espero abordar otra vez, pronto, con la calma oportuna y el ánimo apropiado. 

miércoles, 15 de julio de 2015

Yo he venido aquí a hablar de mi libro (II). Habemus prólogo


Ayer por la tarde recibí el prólogo que había pedido a alguien a quien admiro como a pocos, por su compromiso, su talento y su sencillez (tengo comprobada una teoría: la humildad escasea en los mediocres pero abunda en las personas brillantes y capaces porque estas son plenamente conscientes de que nadie se convierte en genio de la noche a la mañana). 

No desvelaré su nombre. Decía Buñuel que el misterio es “el elemento clave de toda obra de arte”. No sé si este libro encajará en el concepto “obra de arte”, pero si la RAE define “arte” como la “virtud, disposición y habilidad para hacer algo”, como la “manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”, bien podemos forzar la cita (disposición tengo toda; sobre virtud y habilidad deberá opinar el lector) y admitirla. Al fin y al cabo, no pretendo otra cosa que la exposición pública de mi pensamiento y el intento, modesto pero entusiasta, de presentar batalla ante el acoso permanente de los anti-ilustrados. Mantengamos entonces la intriga. 


Para ilustrar musicalmente esta entrada y expresar la emoción que experimenté anoche al leerlo, qué mejor que una fanfarria: la Toccata de L´Orfeo de Monteverdi. Aquí queda.


lunes, 13 de julio de 2015

Yo he venido aquí a hablar de mi libro (I)



Es curioso lo que ocurre cuando uno escribe, como cuando lee. Cuanto más lo hace, más quiere hacerlo. Lee algo y ese algo le lleva a otro lugar en el que siempre encuentra algo sugerente que quizás le transporte a un sitio muy alejado de donde estaba y, sin embargo (o puede que precisamente por ello) atractivo, intrigante, apasionante. Escribe sobre algo y se da cuenta de que hay muchas maneras de enfocar lo que ha escrito, de que quizás no ha reflexionado lo suficiente, de que es posible verlo desde otro punto de vista, de los mil matices que se ha dejado y, por supuesto, de que aquello sobre lo que ha escrito guarda relación con esto, con lo otro y con lo de más allá. 

El 28 de enero de 2013 inauguré este blog sin más pretensión que la de ir alojando artículos (propios y ajenos) sobre educación, política y sociedad, temas que me ocupan y preocupan. No pensé nunca que mis escritos pudieran resultar de interés para los demás, aunque desde luego nadie escribe para no ser leído ni nadie interpreta música para no ser escuchado y las visitas y comentarios recibidos me animaron, allá por el mes de enero, a plantearme la posibilidad de verter mis ideas sobre educación en un libro. La génesis, pues, de mi primer libro, está en este blog.

Envié el manuscrito de que lo será un ensayo crítico sobre el estado actual de la educación y, sobre todo, un acto de defensa dialéctica contra quienes pretenden sacar partido del mismo, a unas cuantas editoriales, para lo cual pedí consejo previamente a algún amigo y colega. La iniciativa fue recogida finalmente por Plataforma Editorial, aunque otras editoriales mostraron un interés que, por uno u otro motivo, no se concretó, como en el caso de Plataforma, en la firma de un contrato editorial.

Mis primeros contactos con María Alasia, editora, como con Jordi Nadal, director de Plataforma, han sido más que prometedores. No hemos empezado aún el proceso de edición, ni siquiera hay un título definitivo para el libro, pero la relación con ellos ha sido desde el primer momento no solo cordial sino más bien afectuosa. Jordi Nadal transmite un entusiasmo que contagia y crea unas expectativas emocionantes a la hora de abordar un proceso de edición que promete ser tan hermoso como el de la edición discográfica, que sí conozco.

Comienzo con esta entrada, expectante, una serie dedicada a la descripción de las distintas etapas del trayecto, cuyo título genérico quiere homenajear al gran Paco Umbral en ese momento televisivo impagable del año 92 en el que recriminaba a Mercedes Milá que no le preguntara por su libro. También yo, por qué no, voy a hablar de mi libro. Como apuntaba más arriba, cuando un músico ofrece un concierto quiere tener el mayor número de oyentes entre el público; un cocinero, cuando cocina, quiere que sus platos sean degustados por el mayor número de comensales; un escritor quiere que lea lo que ha escrito el mayor número de personas. O, al menos, todos ellos quieren: que haya alguien que los escuche, alguien que deguste sus platos, alguien que lea sus escritos. Demos pues inicio al relato de este viaje. Y veamos hacia dónde nos conduce. 


lunes, 6 de julio de 2015

Banderas de nuestros gobernantes. Del sentimiento trágico de la política



Me aburre el debate identitario. Me produce una terrible pereza discutir sobre banderas, himnos y símbolos. No mi interesa… hasta que se vulnera la legalidad o se nos toma por idiotas. Ahí ya me siento obligado a tomar partido.

Hoy ha sido el txupinazo. Comienzan las fiestas de San Fermín. Por la televisión, con los críos atentos a la pantalla, me sorprende (así soy de ingenuo) la presencia de la ikurriña en el balcón del Ayuntamiento. Sé que muchos no entenderán mi sorpresa (“se veía venir”, “te has caído de un guindo”, “¿qué esperabas?”), pero así ha sido. Esperaba, claramente de manera poco fundada, que el alcalde de Pamplona, Joseba Asirón, demostrara, en esta su primera ocasión importante, que venía con la intención de ser el alcalde de todos, de fomentar ese mito patrio llamado pluralismo (versión política de la fraudulenta diversidad pedagógica), de corroborar esa imagen que a muchos (o algunos, qué sé yo) nos había transmitido de persona moderada, tolerante, abierta y sensata. Primera oportunidad perdida.

Decía al comienzo de este artículo que me aburre el debate identitario. Y es cierto. Soy poco patriota, lo reconozco. Ni me disgustan ni me emocionan especialmente los himnos. Bueno, excepto La Marsellesa en el contexto cinematográfico de Casablanca:  Víctor Laszlo pidiendo a la orquesta en el Café de Rick que toque La Marsellesa para silenciar el himno que cantan los oficiales alemanes; los presentes uniéndose al líder de la resistencia, poniéndose en pie y cantando cada vez más alto, apagando el himno alemán ante la sorpresa de los oficiales…no me emocionan, insisto, salvo excepciones como esta o el comienzo de “All you need is love” de los Beatles, pero parece que a los políticos les da buenos resultados su utilización y mangoneo.

La ikurriña, como todos saben, es la bandera oficial del País Vasco. Euskadi. Comunidad Autónoma Vasca. Como prefieran. Representa además un sentimiento vasquista, no necesariamente independentista, que parte de los navarros comparten. Negarlo, como ha venido haciendo UPN, es una necedad. Pretender que sea mayoritario, como hacen los nuevos gobernantes navarros, una torpeza y un peligroso flirteo con el fanatismo. Según el acuerdo programático para el gobierno de Navarra 2015-2019 suscrito entre Geroa Bai, EH-BILDU, Podemos e Izquierda-Ezquerra, uno de los objetivos es conseguir "una Navarra plural, abierta, euskaldun y orgullosa de sus dos lenguas, respetuosa con sus respectivas identidades, laica, social y solidaria". Me pregunto cómo se concilia la pretensión de que Navarra sea euskaldun con el respeto a quien no lo es, con la apertura y el orgullo por las dos lenguas, euskera y castellano... o Navarra es diversa o es euskaldun; o es diversa o es castellano-parlante. Y si es castellano-parlante y euskaldun, entonces ya es diversa. Me parece difícil que sea todo al mismo tiempo. Pero también me parece difícil que un gobierno o un partido se diga nacionalista y de izquierdas, así que seguramente el problema lo tenga yo. ¿Algún día se pensará en quienes no queremos ni prohibir ni imponer una lengua, en quienes entendemos que se puede ser de izquierdas sin ser independentista (es más, en quienes estamos convencidos de que no es posible ser independentista y de izquierdas), creyente sin querer que la religión invada la vida pública, solidario sin buscar una solidaridad de pega, rentable y sostenible (véase el neoconcepto de “emprendedor social”)?

Joseba Asirón, que días atrás había afirmado que respetaría la legalidad vigente, le “gustara más o menos”, ha justificado la presencia de las cinco banderas (europea, española, navarra, pamplonesa y vasca -a este paso algún día no van a caber tantas-) de la siguiente forma (descarto comentar la argumentación oficial de su partido, EH-BILDU, que afirmahaber colgado la ikurriña “en deferencia a tres parlamentarios que habían acudido desde el País Vasco” por intelectualmente ofensiva): “estas banderas”, decía Asirón, "representan a un sector mucho más amplio de la sociedad" y son "un símbolo de cambio".

Sr Asirón, oficialmente, la ikurriña solo representa a la comunidad vecina, no a esta. Sentimentalmente, es evidente que representa a una parte de la sociedad navarra y al conjunto de la sociedad vasca, tan evidente como que hay otra parte (no menor) de la sociedad navarra que no se siente representada por la bandera vasca. Pero esto es en realidad lo de menos. Lo importante es que un político no puede decidir en función de sentimientos más o menos bondadosos, sino de legalidad, respeto y sensatez. No le he votado a usted. No he votado tampoco al anterior alcalde ni a ningún otro candidato. Sin embargo, tenía ciertas esperanzas (inocente que es uno) de que un cambio en la alcaldía y en el gobierno de la comunidad pudieran ser positivos. Y en cualquier caso, lo que la ciudadanía vota "va a misa" (con perdón). Pero no me gustan, repito, ni las prohibiciones ni la imposiciones. Sí me gusta que se respete la ley. Y usted no lo ha hecho. Mal empezamos. Y sabía bien que no era legal colgar la ikurriña. Y no le ha importado porque lo que le importa, lo que le da réditos políticos, lo que contenta a su parroquia (como los otros, sí, como los otros haciendo lo contrario) es apelar al sentimiento. Pero también desde el punto de vista emocional (¡qué perra ha cogido todo el mundo con esto!) hace trampa porque los sentimientos de unos son diferentes de los de otros, porque hay quien se identifica con la ikurriña y quien se siente incómodo con ella. Y en estos usted no piensa.

Empieza a ser preocupante la postración de la política ante lo sentimental, lo emocional, lo visceral, lo irracional. Como en la vida cotidiana, cuando alguien se escuda en su gran espontaneidad, en el “es que yo soy así”, para faltar al respeto al otro. Pues señor mío, usted se creerá muy espontáneo pero es un maleducado y un pelmazo. Y en política, ocurre parecido.

Sr Asirón, déjese de sentimientos y gobierne para todos: para los que sienten lo mismo que usted, para los que no y para los que, en cuestión de banderas, ni sentimos ni padecemos.